La boca me sabe
a días de hambre
Mis ojos sólo ven oscuridad
a través de las lágrimas.
Mi nariz hace meses que dejó
de decirme a que huele la vida...
Mi tacto saborea el ácido del viento
entumecido que baña mi cuarto.
Mis oidos sólo reciben los llantos
de mi infancia y algún que otro alarido
de mi imberbe adolescencia...
Y por último...
Mi alma...
Mi alma no percibe ni la más inhóspita energía...
Se halla seca, paralizada
Sólo la alimenta mi encierro y algún que otro recuerdo.
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