Mis lágrimas se funden con el rojo y mi alma se eleva, la siento tan cerca... no se si es placer o gozo el verla tan cerca de mi o es dolor y sufrimiento el clavar de sus purpúreos ojos en mis languidecidos y cansados agujeros donde un día brillaron cuan estrellas vivas los míos...
Pero soy consciente de todo este espectáculo y apago el cigarro en el cenicero planteándome si en verdad mi vida se apagaría igual de rápido, niego con la cabeza y giro para volver a verla, pero ya es tarde, se ha ido, se ha esfumado igual que como volvió. Extrañamente los motivos por los que apagué el cigarro que me trajo a la muerte se han desvanecido con ella y de nuevo miro el paquete, casi acabado, cojo otro tubito y lo enciendo y entre el humo vuelve a aparecer, me mira y me vuelve a tocar, se repite lo mismo, me mata con cada calada y la espero pero al final siempre se esfuma y yo fumo y vuelve y se vuelve a esfumar...
Tantos años con el mismo juego... A veces cansa, otras me ahoga, me la imagino apretando mi pecho y riendo a carcajada viva clavando sus ojos en los míos y disfrutando de mi agonía, eso es lo que le gusta y yo se lo doy... ¿Soy un estúpido?¿Un suicida?.
Debería huir de ella, un par de horas corriendo al día para huir de sus garras, tan suaves y salvajes... tan ásperas como el terciopelo que se pudiera conseguir de vastos pelajes de paja. Pero me quedo quieto y me enciendo otro cigarro, miro la llama y aparece tras de ella, apoyada en el marco de la puerta, sonríe y yo camino de nuevo con ella al lado, nunca me habla, parece que se piensa que no la veo, que no soy consciente de su presencia, pero eso me gusta, llegaría a decir que hasta me encuentro algo excitado con su ignorante presencia, pero su mirada no refleja esa falta de atención, su mirada me refleja que lo sabe, que lo sabe y le gusta. En ocasiones imagino que me roza y no sangro esa vez, imagino que nos fundimos pecho contra pecho y de pronto se posa encima mío, sin besarnos, solo miradas cómplices de un acto de lujuria, sin compromisos ni palabras bonitas, solo vacío y salvaje sexo. Al acabar la aventura, me siento mas muerto por dentro que antes, y su sonrisa es mas amplia, ya no es ni sensual, es macabra, y su mirada es demasiado fija, me coarta, me asfixia, me duele... Y solo lloro y lloro y me revuelvo en mis sábanas blancas esperando a que me lleve de una vez por todas, pero se queda plantada en el marco ofreciéndome otro cigarrillo, otra tanda de caladas y miradas cómplices...
Y solo me salen dos preguntas que ella se niega a responderme ¿Asesinato o suicidio? y ¿Por que a mí?
pero nada sale de sus labios, solo la macabra sonrisa a la que me niego cogerle aprecio porque eso supondría mi perdición... una dulce e inevitable perdición.
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