Tus curvas se insinuaban
ante mí
entre sabanas de seda
y suaves caricias.
Me pedías placer
y solo eso te daba.
Entrelazabas el pecado carnal
con la lujuria
Y la satisfacción sexual
con la locura.
No me pediste cariño,
ni horas de intimidad espiritual.
No supe consolar las lagrimas
que derramabas...
No se si por ignorancia
o por no estar preparado
Ahora no tengo cariño ni lujuria
Y tus curvas siguen marcadas
en las sabanas de seda
que un día acaparaste...
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